lunes, 13 de noviembre de 2006
Pascin: sexo y arte
En muchas ocasiones he manifestado que el cómic europeo no me entusiasma, y que mis gustos y, por lo tanto, mis lecturas, se centran en el cómic americano (tanto de superhéroes, como el independiente) y en el manga japonés (sobre todo el seinen). De todas maneras hay algunos autores europeos que me encantan, como es el caso de Guibert, Satrapi, o Joann Sfar. Por este último tengo cierta debilidad, y la verdad es que sus cómics me suelen sorprender.
Pascin es una biografía imaginaria de Julius Mordecai Pincas, pintor de origen búlgaro (además era sefardita) que vivió en el París de principios del siglo XX, llegando a ser un símbolo de la comunidad artística de Montaparnasse. Precisamente es este ambiente artístico y bohemio el que retrata Sfar en este cómic. Un París poblado de prostitutas, truhanes y artistas, que hacen gala de una manera diferente de ver la vida, y por supuesto el arte. Para Pascin la creación artística tiene un componente compulsivo e irreprimible como el instinto sexual. A lo largo de las páginas de esta novela gráfica los personajes reflexionan sobre el sexo, el amor y el arte. El proceso creativo mueve al protagonista, siendo lo más importante de una vida en la que la búsqueda del cariño (ausente durante su infancia vivida en el seno de su familia judía) a través del sexo, lleva a Pascin a reflejar todas sus tensiones y anhelos en su obra pictórica.
Sfar cuenta la historia con su peculiar estilo gráfico, rompiendo la distribución clásica de las viñetas, componiendo cada página de una forma desestructurada y utilizando un tono esperpéntico y caricaturesco. El tomo recoge las diferentes entregas que conforman esta obra y que se realizaron en diferentes etapas. Esta es la razón por la que vemos una evolución en el dibujo, sobre todo en las últimas páginas en las que Sfar utiliza el pincel y las aguas sucias, dando a la obra un toque más “artístico”. Quizá, esta estructura por entregas hace que la obra tenga un carácter irregular donde se alternan momentos brillantes con páginas menos acertadas. La ausencia de estructura narrativa también repercute en la lectura de este tomo, en el que cada capítulo aparece como un experimento vanguardista de expresión narrativa.
Por estas razones, el cómic no me parece redondo, ya que lo que es su virtud, también es su lastre. Esa explosión de creación y de vitalidad que demuestra Sfar no está contenida, ni planificada. De todas maneras la vida de Pascin también fue turbulenta y arrolladora, finalizando con su suicidio en Paris en el año 1930.
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Es posible que esa irregularidad 8que es evidenet) se vea más en el recopilatorio que en su forma original, serializada en la revista Lapin o después en 6 volúmenes de 32 págs cada uno. En esos formatos, esa irregularidad se diluye, salta mucho menos a la vista que en este recopilatorio.
ResponderEliminarA lo que hay que añadir que el periodo de creación es muy prolongado...
Es cierto que Sfar no pensó hacer este cómic como novela gráfica, sino como entregas. Por eso, quizá la lectura por separado fuera la forma más conveniente de acercarse a este magnífico cómic.
ResponderEliminarOye, no sabía lo de las entregas. Esto lo cambia todo. Magnífico cómic, y maravilloso autor. Uno de los grandes. Más quisiera más de uno :)
ResponderEliminarSfar es un autor muy interesante Yorkshire. Algunos cómics suyos son totalmente fascinantes. Pascin concretamente es cautivador...
ResponderEliminarTodavía no he leído nada regular. Siempre es bueno :O
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