Este año he leído algunos mangas, y puedo decir que ha habido de todo.
Old Boy: Esta serie editada por Otakuland, con una cadencia sorprendente (no sé si mensual, trimestral o quincenal), sirvió de inspiración a Park Chan-Wook para realizar una auténtica obra maestra del cine coreano. Es lo único reseñable de un cómic que he seguido porque me atrapó en sus inicios, creó un suspense muy propio de muchos mangas japoneses, pero que no consigue el clímax esperado en los dos últimos tomos que son los que he leído este veranito. La verdad es que el final es una auténtica tontería, y el cómic resulta decepcionante. Para este viaje no se necesitaban tales alforjas, toda la trama nos conduce a una solución de lo más estúpido, que hace que el desenlace de Identity Crisis nos parezca una maravilla única. Y es que los mangas suelen adolecer de este defectillo,... buen inicio, interesante nudo, pero mal desenlace, en este sentido coincido con la teoría de Pedro en UTCON. En resumen, para tirarlo a la basura o venderlo en el rastro.
Death Note nº6: Algo retrasado voy con la lectura de este interesante manga que me tiene muy enganchado. Ya realicé una reseña aquí, y mantengo todo lo que dije, añadiendo que los giros y vueltas de turca de este cómic me parecen de lo más ingenioso. La aparición de varios cuadernos de la muerte, la utilización de uno de ellos por parte de un directivo de una multinacional, las amnesias que sufren los protagonistas, son elementos de una trama que no sé a donde me llevará (igual a un callejón sin salida como en Old Boy), pero que de momento me están haciendo disfrutar de uno de los mejores mangas que se publican actualmente.
Say hello to Black Jack nº 13: Maravilloso manga que siempre he defendido y reivindicado desde este blog. En este tomo finaliza el arco argumental dedicado a la Unidad de Psiquiatría, dejando a nuestro querido doctro Saito en brazos de su novia y a la espera de nuevas aventuras. A continuación reproduzco algunas líneas que escribí ayudado por Yorkshire sobre este cómic hace algún tiempo y que hasta ahora no habían visto la luz:
Say Hello to Black Jack es un manga del que, desde sus inicios, soy un ferviente seguidor. Syuho Sato, autor de este cómic, ha homenajeado con el título al dios del manga Osamu Tezuka, ya que una de sus obras más conocidas se titula precisamente Black Jack, siendo su temática coincidente al estar protagonizadas ambas por médicos.
En sus páginas se hace una crítica feroz al sistema sanitario japonés (que ha ocasionado debates parlamentarios y hasta cambios en la Sanidad japonesa) y también se reflexiona sobre temas tan próximos a nosotros como el cáncer o las enfermedades mentales. Sato se centra en un sistema de Sanidad jerarquizado y poco abierto hacia los avances médicos occidentales, de tal manera que cada médico ha de seguir las directrices marcadas por sus superiores, de una manera fría, distante, sin que deba implicarse emocionalmente con la situación del paciente. El trato deshumanizado y burocratizado provoca en Saito, el protagonista, una rebeldía ante ese sistema viciado y necesitado de una mayor sensibilidad hacia los problemas humanos y sociales de los enfermos.
En este sentido, escalofriante resulta la siguiente reflexión que realiza uno de los personajes:
“Hasta hace sólo 8 años, en Japón se aceptaba la esterilización forzada de enfermos mentales bajo el amparo de la Ley de protección de la eugenesia. Hubo otros países que practicaron la esterilización forzada; Suiza, Australia, Bélgica, El Reino Unido, Francia, Suecia, Noruega, China, La India… ¿Cree usted que es correcto lo que hicieron esos países?”.
Una de las cosas que más me gusta de este manga es que los diferentes problemas que aborda los trata desde diversos puntos de vista, y siempre incidiendo en la parte humana, en los sentimientos de los protagonistas. Resulta conmovedora la relación amorosa, magistralmente descrita por Sato, entre dos enfermos sometidos a tratamiento psiquiátrico. Este no es un cómic complaciente, no se busca el mero entretenimiento, sino que lo que pretende es que pensemos y seamos conscientes de problemas que parecerían ajenos a nuestra vida cotidiana, pero que están ahí, en la calle y que afectan a una importante capa de la población.
Y todo ello narrado con ese estilo gráfico clásico del manga japonés en el que prima el detallismo del dibujo y el ritmo cinematográfico. Los momentos más dramáticos están plasmados con cierta exageración que busca remarcar con fuerza la importancia de dichos episodios. El estilo es realista siendo totalmente acorde con la historia que nos cuenta.
Finalmente quisiera destacar la búsqueda que realiza el joven médico protagonista de actuar conforme a una ética en la medicina que desgraciadamente pocos profesionales de esta actividad conservan, quizá porque muchos de ellos han perdido los sueños de juventud que les llevaron a estudiar esa disciplina. Así, Saito persigue el sueño de ser un buen médico que ayude a sus pacientes, que ve en el enfermo a un ser humano, y todo ello desde la cercanía, desde el trato humano, y no subido en el pedestal desde el que se asoma la clase médica. Su vocación le absorbe de tal manera que toda su vida está centrada en el ejercicio de la Medicina, desatendiendo a su vida familiar y personal. Ese es el drama personal de este médico que antepone los problemas de sus pacientes a los suyos propios.
La lectura de este manga deja abiertas una serie de cuestiones éticas que debería de plantearse todo médico: ¿La dedicación en cuerpo y alma a la Medicina es algo más que el ejercicio de una profesión?¿La Medicina ha de ser puramente vocacional?¿Debemos exigir a los médicos un compromiso social y humano con el enfermo?¿Se es mejor médico desde la distancia fría y meramente profesional? Son temas complejos a los que es muy difícil darles una respuesta, pero ante los que Syuho Sato se posiciona exigiendo de los profesionales de la Medicina un mayor sensibilidad, un humanismo que quizá se ha perdido con los actuales avances tecnológicos y con el endiosamiento de ciertos médicos que se ven como depositarios de los conocimientos casi místicos de una ciencia que sólo ellos dominan.
Vaya, el spam también regresa de las vacaciones... En fin, de Old Boy no he leído el manga, pero la película me pareció extraordinaria, con alguna cosilla discutible. Algo durilla, eso sí.
ResponderEliminarla película es genial, se basa en el manga, en su planteamiento, para desarrollar una historia muy diferente.
ResponderEliminarSi ya lo dijo Buñuel, que no hay nada major para hacer una buena película que adpatar una mala novela, o un mal cómic en este caso. Lo más difícil es adpatar obras maestras, ya veremos qué es lo que hacen con Watchmen.
Lo mismo que dices de "old boy" me lo contó mi amigo Apo de elladooscurodelmonitor.blogspot.com
ResponderEliminarFanático de la película y decepción abisal con el final del manga. Me comentó que es peor de lo peor.
Death note es uno de los mejores mangas que he leido, y su serie de las mejores también, aunque después de "ese aconteciemto que no se puede contar" baja un poco el listón. El final si merece la pena.
Espero que no te moleste la publicidad filioblogera, si es así perdona.
ResponderEliminarPara nada me molesta la publicidad como tú la llamas drhago, si en esto se basa el fenómeno de los blogs y de la web participativa.
ResponderEliminarCon respecto a Old Boy el manga, los primeros tomos no están mal, crean un suspense bastante interesante, lo que sucede es que la resolución de la serie es espantosa, una auténtica chorrada. Nada que ver con el impresionante final de la película.